Siempre fui un gran fan de los referéndums, echaba mucho en falta que en España no los hubiera. Con el Brexit cambié de opinión. A ver, sin duda constituyen una herramienta genuinamente democrática, preguntar a los ciudadanos qué decisión quieren tomar por mayoría ¿no? Bien, pero esto no puede hacerse a la ligera. No sin informar bien y durante un tiempo suficiente a los votantes de las ofertas de las distintas opciones (normalmente dos) y sobre todo de sus consecuencias. Y tampoco es de recibo que quienes defienden una de ellas, en especial la que supone un cambio profundo, después puedan desentenderse de dirigir su ejecución. Justo como ha pasado en Gran Bretaña.
Pese a mi mala experiencia con la política, pienso que la democracia parlamentaria representativa, es el mejor método para hacer unas ofertas de gobierno y dirigirlas si resultan ganadoras en las elecciones. A cargo de unas personas responsables, comprometidas y dedicadas a ello. Incluso eventualmente para convocar y conducir un referéndum y sus resultados. Dejar la toma de decisiones importantes en la ciudadanía puede ser un refugio tras el que esconder la irresponsabilidad y la cobardía. Pienso que es lo que ha ocurrido con la salida del Reino Unido de la Unión Europea, algo que traerá consecuencias económicas negativas incluso para los que creen desearlo. Unos lo usaron como amenaza para ganar votos (UKIP) o privilegios (los tories ante Europa), otros sabían que era nefasto, pero no se atrevían a defender a las claras la permanencia porque no era políticamente correcto (algunos tories, los laboristas) y los que de verdad la defendían (los liberal-demócratas) no pasan de 3ª o 4ª fuerza. En realidad los tres primeros grupos pensaron que nunca ganaría porque el pueblo británico no iba a ser tan insensato y así ellos podrían seguir cómodamente instalados en su posición de indignados con Europa. Lo malo de tener una fiera por mascota es que tarde o temprano se vuelve contra ti
A cargo de unas personas responsables, comprometidas y dedicadas a ello. Incluso eventualmente para convocar y conducir un referéndum y sus resultados. Dejar la toma de decisiones importantes en la ciudadanía puede ser un refugio tras el que esconder la irresponsabilidad y la cobardía. Pienso que es lo que ha ocurrido con la salida del Reino Unido de la Unión Europea, algo que traerá consecuencias económicas negativas incluso para los que creen desearlo. Unos lo usaron como amenaza para ganar votos (UKIP) o privilegios (los tories ante Europa), otros sabían que era nefasto, pero no se atrevían a defender a las claras la permanencia porque no era políticamente correcto (algunos tories, los laboristas) y los que de verdad la defendían (los liberal-demócratas) no pasan de 3ª o 4ª fuerza. En realidad los tres primeros grupos pensaron que nunca ganaría porque el pueblo británico no iba a ser tan insensato y así ellos podrían seguir cómodamente instalados en su posición de indignados con Europa. Lo malo de tener una fiera por mascota es que tarde o temprano se vuelve contra ti

Todo esto tiene para mí un paralelismo evidente con lo que está sucediendo y puede suceder en Cataluña. Lo primero diré que para mí no tiene sentido obligar por la fuerza a ser mi paisano a quien no quiere serlo. Es decir, si existiera una aplastante mayoría de catalanes convencidos de no seguir con España, pienso que no habría hijo madre, que pudiera parar su separación. Observo que mucha gente ya habla de los catalanes refiriéndose a los independentistas catalanes, como si lo fueran todos, lo cual dista mucho de la realidad. Según 2ª encuesta C.E.O. de 2017 estos son los porcentajes de catalanes que se muestran a favor de las distintas opciones:
- 34,6% estado independiente,
- 30,5% comunidad autónoma,
- 21,7% estado federal,
- 9,1% no sabe,
- 5,2% región,
- 2,6% no contesta.
Lo que hace un 65,4% de catalanes en principio abiertos a una solución dentro de España. Para mí eso sí es una mayoría casi aplastante.
Escucho mucho el argumento del derecho a decidir. Pues claro que los ciudadanos de Cataluña y del resto de España deciden en elecciones en las que votan, desde 1977 y dentro de la legalidad cuya cúspide es la constitución aprobada en referéndum en 1978, por mayoría aplastante en todos los territorios (mínimo Guipúzcoa 64,6%). Si no nos gustan las decisiones tomadas o la propia constitución, habrá que cambiarlas, pero a través de nuestros representantes electos dentro de la legalidad ¿que no son mayoría los que piensan como nosotros? Pues habrá que seguir votándoles y convenciendo a otros para que lo hagan, pero la democracia funciona así. Entendería perfectamente el argumento si Cataluña hubiera sido un territorio incorporado a España recientemente por la fuerza. Sin embargo resulta que, veamos un poco de historia:
- Unión dinástica entre Aragón y Barcelona (Corona de Aragón): 1164
- Conquista de Mallorca: 1229
- Conquista de Valencia: 1245
- Unión de Castilla y Aragón: 1516
- Nueva Planta: 1707
¿Vosotros veis la invasión e incorporación por las tropas castellano-leonesas por alguna parte? Pues yo tampoco. Resulta que (obviando que se llamara Condado de Barcelona), Cataluña es uno de los territorios fundadores del actual Reino de España tal y como es, al igual que Asturias o Navarra. La unión con la Corona de Castilla fue pacífica y voluntaria para los gobiernos de la época que eran los reyes. Al término de la Guerra de Sucesión, es cierto que Cataluña estuvo más bien en el bando perdedor, pero no todo fueron malas consecuencias, con la nueva dinastía los súbditos de la Corona de Aragón por fin tuvieron acceso al imperio español en América y a un mercado interior español proteccionista respecto del exterior, pero sin aranceles internos, lo que era la envidia de alemanes o italianos que no verían esas ventajas hasta 150 años más tarde en sus propias naciones. A lo que voy, sucede que todos mis antepasados han estado en su patria en Cataluña desde hace 850 años por parte de madre y 500 por parte de padre. No sé si me parece legítimo (a mí que me llamo Ferrer…) que una persona que llegó allí hace 20 años o que llegaron sus padres como mucho, desde Galicia, Portugal, mi querida Extremadura, Andalucía o Marruecos, me pueda declarar extranjero porque es su derecho a decidir. Y no es cuestión de Rh o barretina, hago este comentario como reducción al absurdo, porque es notorio que son este tipo de gente la más a favor de la independencia y no los que tienen 8 apellidos catalanes. Pues sinceramente, no me lo parece, no por la mitad más uno de votos desde luego. Llevo 17 años en Madrid y se me ocurren un número de razones por las que podría ser conveniente (egoístamente) para los que vivimos aquí ser un estado independiente de España y dentro de la UE, pero en absoluto me siento legitimado para declarar extranjero en Madrid al cántabro, murciano o canario. En Madrid también entraron las tropas de Franco por cierto, tras una dura resistencia.
Descartado el argumento histórico por mitológico – ficción, veamos el del derecho a decidir por capricho, porque nos conviene. Si se concede ese derecho a los catalanes, inmediatamente estaréis de acuerdo conmigo en que lo mismo ha de tener cualquier provincia, comarca, municipio, incluso barrio, respecto de la Cataluña independiente. Derecho a decidir quedarse en España (Valle de Arán…). El argumento nacido del egoísmo ombliguista tiene en sí mismo su propia trampa

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Según ara.cat (junio 2017) el 68,5% de los catalanes está a favor de realizar un referéndum sobre la independencia. Bueno, esto también es una mayoría aplastante y en mi opinión la respuesta por parte del gobierno español no puede ser eternamente no o la ausencia de respuesta. Siendo así, para mí está claro que sí hay que hacerlo. Desde el punto de vista de alguien que quiere que Cataluña siga en España, como los últimos 850-500 años, creo que negarlo es contraproducente y sólo hará crecer el número de partidarios de la independencia. Entonces referéndum sí, pero organizado y controlado por el Gobierno de España. En un plazo de dos años desde su convocatoria. Tras 40 años de hegemonía propagandística, institucional, educativa nacionalista, es necesario explicar bien y activamente por qué queremos que sigan y les conviene seguir en España y esto tiene que asumirlo el gobierno y los partidos constitucionalistas que le apoyen en esta causa. Los separatistas ya explicarán lo suyo y parten con ventaja. Con dos opciones muy sencillas, te quedas o te vas. Un buen modelo me parece el referéndum de David Cameron para Escocia (por contra al del Brexit); en él gobierno y oposición británicos pusieron todo el esfuerzo por la permanencia y por supuesto ganaron.
Si el órdago separatista de estos días (septiembre 2017) triunfase por una hipotética rendición de España, los únicos que obtendrían un resultado coherente con su programa son las CUP. Cataluña aislada del mundo, como una reserva india, fuera de España, la UE, el euro, la OTAN y todos los organismos y facilidades internacionales a los que pertenece ahora con España y a los que como mínimo tendría que solicitar de nuevo la adhesión. Fronteras como las de antes con Francia y con España, con aduana, aranceles y control de pasaportes y sanitarios, personas y mercancías. En definitiva, el hundimiento. Las CUP y sus votantes estarían contentísimos, pero lo dudo mucho que los del PDeCAT, incluso ERC y esto hay que explicárselo, hacérselo saber, porque creo que lo ignoran. Esto por supuesto es una hipótesis, porque esa mitad cuando menos de catalanes que quieren seguir con España no se van a ir tan fácilmente si hay una declaración de independencia unilateral y tienen todo el derecho constitucional a reclamar la defensa de sus derechos al estado español.
Pienso que es importante que, negociado con el gobierno catalán, se haga ese referéndum si la Generalitat lo solicita oficialmente y que vaya a votar todo el mundo, también los que quieren seguir con España. Porque en un referéndum ilegal, lógicamente estos últimos entienden que su opción es no ir a votar. Después ya habrá tiempo para modificar la constitución, el modelo de estado, tomar las medidas que sean, según las mayorías democráticas que se formen y sus propuestas.
Y los demás debemos decir clara nuestra posición y por qué, dejar de ponernos de perfil. En el resto de España, dejar claro nuestro cariño por Cataluña (si es que lo hay). Si alguien se está planteando abandonarte, el insulto o la indiferencia no es muy buena política. Y en Cataluña, ese porcentaje elevado que parece que se quedan aparte, que no sienten entusiasmo por España pero tampoco quieren la independencia, que se piensen bien las consecuencias de cada opción y que se decidan por una (a ser posible por la permanencia) y que la defiendan, sobre todo en las elecciones. Hay opciones de todos los colores para seguir con España.

Respecto del argumento del sentimiento: Yo no me siento en absoluto finlandés y sin embargo considero que el tener los mismos derechos y marco institucional en Helsinki, Berlín, Atenas, Dublín, Roma o Madrid, es una ventaja para mí, sobre todo para mis hijos y recíprocamente para los ciudadanos de esos estados. También estar juntos de cara al resto del mundo nos da ventajas, por eso soy un firme unionista europeo y estoy dispuesto a que España ceda soberanía a la Unión Europea para lograrlo. No sé si me nota, pero estoy interesado en los derechos de las personas individuales y en todo caso de las familias, no de los territorios. Ya me sentiré yo lo que considere oportuno. Así que este argumento se reduce al del egoísmo caprichoso.
Por último: Si eres catalán/a y quieres seguir siendo español/a, que sepas que tienes todo mi apoyo y cariño y que al menos yo, no te dejaré tirado/a. Si eres independentista, tienes mi respeto y estoy dispuesto a escucharte, en tanto en cuanto esto sea recíproco, pero no lo confundas con complicidad para esa causa. Y si eres español/a y quieres que Cataluña siga siendo parte de tu tierra, te pediría que no mires para otro lado y que lo manifiestes, para que unos y otros lo sepan.
Sobren arguments,
falten dissidents,
per fugir d’aquí,
no cal ser valent.
Dorian – “Ara”
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Gracias.
En gran medida muy de acuerdo con todo lo que planteas.
Respecto a los porcentajes, yo ya no confío nunca en los datos, sospecho que hay una gran manipulación (no hay más que ver en los debates políticos pre-electorales, como los candidatos de repente sacan gráficas tergiversadas para convencer al ganado – otro asunto es porqué el ganado se deja convencer con una simple gráfica a veces hecha con powerpoint en vez de excel -, normalmente contrapuestas a las gráficas del rival).
Sin embargo, parece que hemos olvidado el famoso 9-N, una consulta de 2015, también fuera de la legalidad y oprimida por el estado (no me meto ahora en si eso está bien o no), que arrojó unos resultados decepcionantes. Con una participación – supuesta, puesto que no hubo un censo verificado – de un 37%, hubo una “mayoría” de un 80% a favor del sí. Recalculando, en realidad se podría decir que un 20% de los catalanes se expresó a favor de la independencia. Por tanto, a no ser que el Govern de la Generalitat desee aplicar el principio de Pareto a la idea del sufragio universal (y dudo que sepan que significa ninguna de las dos cosas), me temo que no podemos pensar en que hubiera ninguna mayoría cualificada (ni siquiera simple, que para ellos sería válida) como para continuar el proceso.
Sin embargo, esto fue un punto de partida para seguir alimentando la confrontación y la separación, y desgraciadamente unos pocos radicales están logrando influir más en la ciudadanía, la cual, desprotegida durante muchos años – no olvidemos que los colegios catalanes han ofrecido una educación sesgada sobre lo que fue y es España – ha acabado rindiéndose ante una suerte de visión utópica al estilo de una isla de Avalon en medio de Europa, o que digo yo, incluso una Atlántida en la que existe una riqueza que permite la sola subsistencia al margen del resto… cuando quizá lo más cercano es la quijotesca (y tan paradójicamente española) ínsula de barataria.
Y aquí estamos, en una vuelta más de tuerca que, me da a mí que al final se desinflará, no pasará nada más allá que un nuevo capítulo sobre la opresión y la férrea interpretación de una constitución vieja y orgullosa que se niega a cambiar por puro miedo… mezclado con cierto interés ladino, rastrero y cainita.
Por un lado tenemos a un Govern que basa su propuesta en el puro desafío al enemigo, pero sin un ápice de – después de tanto y tanto tiempo – presentar un programa, un marco de un proyecto, que permita pensar que hay algo serio en lo que confiar. Cuando alguien quiere hacer un cambio tan fuerte, debería de tener un análisis sesudo de la viabilidad (no sólo económica, si no social, recordemos que en una independencia hay una minoría que perderá y a la que sólo la quedará la opción de emigrar… los perdedores pierden mucho), la capacidad y la sostenibilidad en el marco global y futuro. Cualquier CEO de una empresa que se quiera expandir – o contraer, que parece se adapta más al caso – su negocio, basa su decisión final no en una votación a mano alzada improvisada como el que tira una moneda al aire. No, si no quiere acabar en la ruina, se arma de análisis, de datos, de escenarios que simulan el peor caso para poder ver que margen de maniobra tienen, … es decir, toman una decisión no apasionada (relativamente, puesto que al final todo lo inicia y mueve la pasión), si no racional y fundada en la realidad. Sin embargo, aquí se quiere decidir sobre un status, sin pensar más allá de ello. Ninguno de los que propone ha dicho a la ciudadanía como sería el día después (¿cómo podré coger un vuelo fuera de España? ¿quién me pagará la pensión de jubilación? ¿qué reservas hay para ello? ¿que plan se ha planteado a la UE para poder volver a entrar en ella?). Demasiadas incógnitas para una urna (igual que en el Brexit). Y cuando un político actúa sobre el principio de representación, y nos otorga el poder de decidir a los ciudadanos (lo que me parece muy bien), debe hacerlo usando su capacidad – aquella que se supone que es la que motivó su elección – para darnos todo lo que necesitamos para elegir – otro asunto es que la mayoría ni siquiera le interese ni leerlo, asunto muy triste por cierto -, lo contrario es una traición y una cobardía.
Al otro lado tampoco hay que salvar mucho. Un muro que no negocia y que, si antes de esperar a que se pervirtiese tanto el debate político, hubiera cogido al toro por los cuernos y hubiera empezado a trabajar en facilitar una consulta legal – vinculante o no -, con todas las garantías – incluyendo observadores independientes, porque desgraciadamente, ninguna de las dos posiciones está libre de poder manipularse y creo firmemente que se intentaría hacer – y explicar lo que a mí me parece tan obvio que sería un desastre para los catalanes, hubiera llegado a muy buen seguro a desmontar la patraña utópica del nacionalismo catalán. Sin embargo, metían el dedo sutilmente en la carroña que mueve los impulsos más reptilianos del nacionalismo. Al final volvemos a la Guerra Civil; siempre volvemos a lo mismo. A la lengua, que más allá de ser un vehículo accesorio para entendernos y para sustentar un acervo cultural, se convertía en una herramienta para manipular selectivamente. Y a la tierra, un concepto cercano a Dios, ubicuo, inmutable y fundamento de la utopía política.
Dos posiciones que en el fondo, creo que no son contrapuestas – en realidad, no hay dialéctica en el fondo – si no que se ayudan a construir y fortalecer dos bandos (no podemos negar que los dos partidos políticos que las sustentan ganan más votos gracias a ellas), y que, en última instancia, interesa mantener cuanto más tiempo mejor. Por eso no creo que esto sea más que un capítulo más… hasta que lleguemos a un capítulo final – ojala se imponga la sensatez – en el que los ciudadanos, tan pervertidos a imagen y semejanza de sus políticos, sean los que realmente provoquen un movimiento social inducido por las generaciones y emponzoñado por la mentira, que nos lleve a – volver a – odiarnos de nuevo como en el pasado. Podrás pensar que me paso tres pueblos, pero creo que la confrontación social, la que se respira en la calle, es mucho mayor que hace 20 o 30 años. El odio a ser español, y por ende, a los que se consideran españoles, y por el otro lado, el odio a los catalanes, es más palpable.
Queremos un legítimo derecho a decidir, pero simplemente por decidir, no sabemos realmente qué queremos decidir.
Gracias soho. Respecto de los porcentajes de encuesta, procure buscar los más actuales posibles, lo primero por conocimiento. Creo que son de medios catalanes, en principio no inclinados a la permanencia. Aunque puedan estar un poco inclinados, sirven para comprobar que: una amplia mayoría de catalanes sí quiere un référendum, sin embargo una mayoría aún más amplia está por algún tipo de permanencia. No hace falta ser un lince para darse cuenta del resultado que se puede obtener en dos años si se conducen esos datos con inteligencia, respeto y cuidado
Gracias Soho, qué gran comentario, merecería una columna / artículo en tu propio blog, muy orteguiano, jeje. Hay un tema por el que has pasado y que no he tocado en mi artículo por no extenderse. Es el del desastre que sobrevendría con la secesión. He oído a independentistas «no basados en el odio» el argumento de «no pasa nada, al dia siguiente seguimos llevándonos bien». Vamos que para ellos todo seguiría igual, salvo que Cataluña sería un estado soberano, pero casi tratado por España como un hijo o hermano pequeño bien amado y eso sí, más rico. Lo siento pero las cosas no son así. Una cosa es no llevarse mal ni odiarse, que eso por supuesto y otra cosa es que en la secesión encima el que se va ponga las condiciones. Yo lo comparo mucho a un divorcio (porque he vivido una situación parecida…). Si alguien que lleva mucho tiempo contigo, te deja porque prefiere vivir por su cuenta, porque no te quiere en definitiva (y se siente superior), hay que ser muy imbécil para seguir haciendo de su padre o hermano mayor, no sé si me entendéis. Así que Cataluña al día siguiente tendría que ponerse a la cola de Marruecos, Argelia, Serbia… en su relación con España, con todo el buen rollo del mundo, pero tratado como un extraño, no con el nivel de complicidad que hay con Portugal, Francia, Italia o hasta hace poco, con Gran Bretaña. Evidentemente los que creen en ese mundo de ilusión y fantasía y maridos abandonados convertidos en hermano mayor, no son votantes de la CUP, pero habría que explicarles muy clarito que ese sería el escenario. Un abrazo Javi.
Totalmente de acuerdo…para que veas el grado de ignorancia que se vende con esta visión utópica, salía hoy una señora en la celebración de la Diada, comentando que está todo muy intoxicado, que lo que buscan los catalanes es una independencia, algo así que por la libertad en sí misma (vamos, muy bucólico), pero que luego ellos no se llevarían mal con España…que si tiene que ir a ver a sus primos a Huesca, que ellos no tendrían ningún problema en ir, no tienen ninguna intención de aislarse… bueno, pues eso. No saben que una independencia implica unas fronteras entre Estados Soberanos, un control de mercancías en función de aranceles, regulaciones de mercado, etc. Quieren una isla sin que esté rodeada de agua, un castillo sin foso, y un estado soberano sin fronteras… lo más cercano que hemos estado de eso ha sido en Europa, curiosamente. Y en definitiva, quieren ser catalanes en Cataluña, y españoles ante todo cuando salgan de su territorio independiente. Eso es algo nuevo que – creo no equivocarme – no ha pasado en toda la historia de la humanidad.
Sí, es una visión muy parecida la de los brexiters, con todos los que he hablado me dicen «si nos encanta europa, especialmente España y Francia, con sus vinos, playas…». Pero ya el querer separarte de alguien con quien estabas unido (desde el 73 con GBR desde el siglo XI con Cataluña por Aragón) implica un sentimiento de superioridad, condescendencia, como mínimo, aunque no haya odio por supuesto. Bueno, pues al que se siente superior a mí y prefiere ir por su cuenta, pues eso, prefiero dejarle por su cuenta, para todo. O al menos que se ponga a la cola de los que sí manifiestan a través de sus representantes que quieren compartir éxitos y obligaciones conmigo (alemanes, franceses, portugueses, manchegos, andaluces, riojanos, cántabros, etc). Es como si tu pareja se divorcia de ti para iniciar una nueva vida pero quiere seguir yendo al cine contigo, que le ayudes con sus cosas y a ser posible le compres / contratos, pues igual prefiero hacerlo con otra gente que sí me quiera para las duras y las maduras 😉
Muy interesante, Rodri y, en general, bastante de acuerdo.
Hay una cosa, sin embargo, que siempre he pensado a propósito del «derecho a decidir»… dado que una hipotética secesión de Cataluña afectaría MUCHO al resto de España (piensa en la pérdida de PIB, sin ir más lejos), ¿no tendríamos también derecho los afectados a pronunciarnos al respecto?
En cualquier caso, cuando dices que ves necesario que, a medio plazo, sí que haya un referendum bien planteado y bien organizado, no olvidemos que, primero, es necesario una reforma de la Constitución. Y eso, seguramente, iría para largo…
Un abrazo.
Pues es lo que argumento en todo el cuerpo central de mi artículo, que sinceramente no estoy de acuerdo con el derecho a la secesión unilateral de Cataluña, que argumento histórico es un mito, el de egoísmo no me parece legítimo, el de sentimiento no es de lejos suficiente y el derecho a decidir se vuelve contra sí mismo. Pero que no tendría sentido retener contra su voluntad a una mayoría aplastante (que según las encuestas es lo contrario) y puesto que sí hay una amplia mayoría que por lo que sea quiere un referéndum, negárselo me parece dar más adeptos a los independentistas. Ejemplo bueno: Escocia…
Mira esto; creo que está bastante en tu línea:
https://cat.elpais.com/cat/2017/09/13/aixo_va_de_democracia_blog_contra_l1o/1505302182_777773.html
Y, sí, me parece que no me expliqué bien en mi comentario: me refiero a que, obviamente no se sostiene la secesión unilateral, pero, si, como planteas, hubiera de celebrarse un referendum (porque la demanda fuera aplastante) ¿no debería extenderse a TODA España, ya que el resto también se vería muy afectado?
Parafraseando a Mauricio J. Schwarz en “La Izquierda Feng-Sui” (no tiene que ver con este asunto… o quizás un poco sí, en lo tocante al empeño de muchos políticos por intentar hacer que la realidad se ajuste a sus ideas -y no al revés- y, si no se ajusta ¡peor para la realidad!), si uno quiere pillarse una cogorza en el autobús, tiene libertad para ello; como mucho, le mirarán mal otros pasajeros, Pero si, en plena moña, se empeña en coger el volante, sus devaneos alcohólicos ya no le afectan sólo a él, sino a más gente, por lo cual deben ser regulados y controlados. Y, como mínimo, impedidos por los demás afectados.
Yo, personalmente, que aún ando saliendo poco a poco de la crisis (como ya sabes, en mi casa las hemos pasado canutas en estos años), tiemblo de pensar lo que una secesión de Cataluña, que asestaría un golpe tremendo a la economía española, podría hacerle a la celebérrima (y aún diría que no consolidada) recuperación. No sé si me explico. Si tengo la ocasión, que me dejen pronunciarme.
Pues sí, en realidad tienes todo el derecho constitucional, legal, histórico y hasta de justicia a querer también pronunciarte sobre la secesión de una parte de España. De hecho lo digo en la primera mitad de mi artículo, que me siento tan legítimo aborigen en Barcelona, cuando menos como uno que llegó hace 20 años o que llegaron sus padres. Mi propuesta de que sí se haga el referéndum a semejanza del de Escocia se basa en que según las encuestas un 68% de los catalanes lo quieren (cuando un 65% no quieren la independencia, no lo olvidemos, buena combinación si se lleva con inteligencia…) y ante semejante mayoría me parece que también hay que estar dispuesto a ceder. Esto también se basa en la convicción de que si realmente una mayoría aplastante de gente de un sitio no quisiera ser mi paisano, yo no iba a considerar cabal obligarles por la fuerza. Otra cosa es lo que viniera el día después, mi actitud y espero que la del gobierno fuera «yo también te quiero». Es decir, te quieres separar después de 850-500 años en el fondo porque me desprecias, muy bien, pues a partir de ahora nada de odio, pero es que no existes para mí. Pero el hecho cierto es que en realidad es una minoría (35%) la que está a favor de la independencia y esto dicho por un medio afín (Ara). Creo que hay que ser firme a corto plazo con la legalidad democrática, pero no cerril en mantenella y no enmedalla. Y también a corto plazo proteger a ese 65% que no quiere la independencia. Ojo, hablo de referéndum a dos años, controlado por el gobierno español y aceptado por ambas partes, no del engendro ese del uno de octubre, eso tengo claro que no ha de ir a ninguna parte porque no respeta legalidad ni democracia.
Muy fundamentado tu escrito, ensayo ,yo corregirá lo de -todos mis antepasados han estado en mi patria en Cataluña por Cataluña ha estado en nuestra patria y en la de nuestros antepasados. Envíalo a Abc.al director Beitio Rubio.
Quiero decir que Cataluña ya era parte de su patria. Gracias
Es Rubido